Supongo que hay que seguir.
Una vez consigues ordenar todos los pensamientos, sentimientos, sensaciones… con mucho esfuerzo y lágrimas, crees haber controlado la situación. Ya está cada cosa en su sitio, ya está todo solucionado y te sientes bien. Y lo cierto es, que es así. Pero siempre pasa algo, y además en el momento más inesperado, que hace que todo se descuadre, y vuelvas a sentirte perdida.
Supongo que estos últimos días he recordado muchas cosas, que recordaba con mucho cariño, y hoy día no se ya ni como recordarlas. En mi opinión, hay que recordar tanto las cosas buenas como las malas, todas ellas te hacen crecer como persona, pero…
Si no fuera por las dichosas notas, estaría feliz como una perdiz, como estoy últimamente. De bajón eso si, por que aunque creo que actué como debía de actuar, no puedo evitar el sentirme culpable. Esperemos que no tarden mucho más tiempo en salir las notas, aunque según las malas lenguas, aún pueden tardar en salir otra semana más, supongo que los becarios que corrigen, siguen aún de vacaciones.
Un toque de color, a un post, que como el día, es un poco gris. Ayer me metí a repostera con mi sobri A. Llegó empeñado en que teníamos que hacer un pastel para merendar, de chocolate y nata, así que manos a la obra. Delantal puesto, manos y cara bien lavaditos, ingredientes preparados, y ahí estábamos los dos, dispuestos a preparar un pastel, que iba a parecer una tarta de lo rico que nos iba a salir.
A, muy dispuesto él, fue echando los ingredientes uno a uno, ahora el azúcar, ahora la harina de la de verdad, eh?? después los huevos, el aceite… él solito. Ahora la batidora, jajajajaja, la que podíamos haber liado, pero bueno, sólo nos manchamos un poquito. Y ya llegó el momento de meterlo en el horno.
A: Tía no estará ya????
Tía, es decir yo: No hijo, aún tiene que estar media hora más
A, cinco minutos después: Tía, no está aún????
Yo: No cariño, aún le queda un ratito más
A, dos minutos después: Tía…
Yo: Que no mi amor, que aún no está, yo te aviso cuando esté
Y así, durante todo el rato que el pastel estuvo en el horno. Por fin llegó el momento chocolate, jajajaja, yo creo que es el que menos le gusto. Y nata nada, por que no había, así que el pastel que quedó solamente con chocolate. Por fin conseguí que se echara la siesta que ya era hora.
Media hora después se levanta con más sueño que vergüenza, por que según él tenía hambre y tenía que merendar.
Yo: Pero mi amor, si son las tres de la tarde, no puedes ni tener hambre.
Lo pude entretener hasta las cuatro que se levanto el otro fierecilla, y en cuanto vio el pastel, le entro hambre de golpe.
Que rico nos salió!!!!!! Ofrecería un trocito, pero ya está todo el pastel en mi michelín, jajajajajaja
“Enseñemos a perdonar; pero enseñemos también a no ofender. Sería más eficiente.”
José Ingenieros (1877-1925) Filósofo y psicólogo argentino.