Puede ser una virtud, si dices lo que piensas, y eso interesa a tú interlocutor… Que tía más maja, mira lo que me ha dicho!!!!
Pero claro, el problema empieza cuando no interesa lo que tú piensas. En ese momento, el tono de voz se tensa, es ceño se frunce, y como tú interlocutor, crea que tiene las de ganar… se monta el belén!!!!!!
Es decir, que antes de la “discusión” ya tengo todos los argumentos preparados. Han llegado a decirme “fría, calculadora y manipuladora” (no es textual, me lo dijeron de otra forma pero no lo recuerdo, tampoco es importante). Yo no me considero así, solo pienso que antes de acusar hay que saber a quién se le acusa y porque, y si está en disposición de ser acusado/a.
Y luego otra cosa es, que yo quiera discutir o no. Lo normal es que entre al trapo, pero en alguna ocasión, por que no me apetece o por que paso, simplemente, no discuto. Dicen que dos no pelean si uno no quiere, y sinceramente pienso que es así.
Creo que el tiempo da la razón a cada uno/a, y al final, el “acusado injustamente” demuestra su inocencia, y “culpable” aparece como por arte de magia
Se supone que todo el mundo es inocente salvo que se demuestre lo contrario, e igual es así en un tribunal, no he estado nunca en uno, y no tengo ni idea de si es cierto o no. Pero en el día a día, lo normal es todo lo contrario, el acusado lo que debe demostrar es su inocencia
En alguna ocasión, he sido acusada injustamente, unas veces me he defendido y otras he pasado, pero al final, se ha demostrado que ha sido una acusación injusta. Eso si, si me acusan justamente, no hace falta demostrar nada, se ve de lejos que soy culpable con mayúsculas.
En fin, he callado más de una boca, ahora que vuelva a por otra, si se atreve claro. Hay a quien se le sube el puesto a la cabeza y ésta deja de funcionar bien.
“Cuando un hombre pide justicia es que quiere que le den la razón.”
Santiago Rusiñol i Prats (1861-1931) Pintor y escritor español.